—HISTORIAS Y SUCESOS—
DISOLUCIÓN DE LA UNIÓN SOVIÉTICA
El ocho de diciembre de 1991 los líderes de Rusia, Bielorrusia y Ucrania
(Borís Yeltsin, Stanislav Shushkevich y Leonid Kravchuk
respectivamente), firmaron un documento cuyo contenido principal está recogido
en su preámbulo: “La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas deja de existir
como sujeto de Derecho Internacional y realidad geopolítica”.
Formado en 1922 sobre las ruinas del antiguo Imperio ruso, aunque sin
Finlandia y parte de Polonia, el nuevo Estado fue percibido como el sucesor del
enorme feudo de los Románov. Durante casi setenta años ningún ciudadano de la
URSS se dejó engañar por la frase “con derecho a la autodeterminación, incluso
la secesión” que figuraba en la Carta Magna de la URSS, dándola por simple
retórica. Todo estaba claro: de ahí no se separaba ni se “autodeterminaba” por
su propia voluntad ni un solo metro cuadrado.
El coloso parecía eterno y ni siquiera el tremendo cataclismo de la
invasión alemana de 1941 pudo quebrantar su poderío militar.
Sin embargo, el ocho de diciembre de 1991 los líderes de Rusia,
Bielorrusia y Ucrania, ex repúblicas de la URSS de población eslava, se
reunieron en el coto natural de Belovézhskaya Puscha para firmar un acuerdo que
pusiera fin a la Unión Soviética y establecer la Comunidad de Estados
Independientes (CEI), inicialmente percibida por muchos habitantes de la URSS
como el mismo perro con distinto collar.
Pero muy pronto se dieron cuenta de que no era así. El veinte de
diciembre el jefe de un Estado que ya no existía, Mijaíl Gorbachov, renunció a la Presidencia de la Unión
Soviética y declaró la disolución de la misma.
La firma del acuerdo de disolución de la URSS fue la culminación de una
época convulsa llena de cambios. En medio del total fracaso de las reformas
económicas y políticas de Gorbachov, la URSS se había visto sumida en un
verdadero caos económico que pronto desembocó en una crisis política. Las
repúblicas del enorme país se fueron declarando independientes una tras otra.
El presidente Gorbachov y sus partidarios en el Partido Comunista y el Gobierno
intentaron preservar la unidad del país mediante la firma de algún acuerdo
capaz de prevenir una desintegración caótica y unir los pueblos que formaban
parte del Estado en una confederación de Estados soberanos a la manera de la
Unión Europea.
Para el veinte de agosto de 1991 había sido anunciada la firma del nuevo
Tratado de la Unión. La URSS se convertiría en un Estado federativo compuesto
por repúblicas soberanas con poderes mucho más amplios. Anteriormente, el
diecisiete de marzo de 1991, en el país se había celebrado un plebiscito y el
76 % de los participantes se había pronunciado a favor de la preservación de la
“Unión renovada” (tal fue la fórmula que se utilizó en la papeleta de
votación).
Sin embargo, el día tres de marzo la república de Lituania ya había
declarado su independencia; también el tres de marzo se habían pronunciado los
habitantes de Letonia a favor de separarse de la URSS y el nueve de abril se
celebró el plebiscito en la república de Georgia. Los georgianos votaron a
favor de separarse de la URSS. Las demás repúblicas también estaban a punto de
declararse independientes de las autoridades centrales de Moscú.
No obstante, la cúpula gobernante del Comité Central del Partido
Comunista y del Gobierno de la URSS continuaba profesando ideas conservadoras y
sentían inseguridad personal ante el futuro. El ala conservadora con ayuda del
KGB procedió a los preparativos de la destitución del presidente de la URSS.
El intento de
golpe de Estado fue emprendido en las primeras horas de la
mañana del diecinueve de agosto de 1991. Por la televisión y la radio
soviéticas se leyó el mensaje de un nuevo organismo de poder estatal: el Comité
Estatal de Situación de Emergencia. Se suspendieron las actividades de todos
los partidos políticos y en Moscú y en otras ciudades importantes entraron las
tropas.
El mismo día, a las nueve de la mañana, el presidente de la República
Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFSR, por sus siglas en ruso), Borís
Yeltsin, transmitió un mensaje a los ciudadanos del país en el que calificaba
la situación de “golpe de Estado reaccionario”. Yeltsin convocó una huelga
general.
Gracias a la negativa de los militares y los comandos especiales de los
servicios secretos, la intentona golpista fracasó pero sirvió de catalizador
para los movimientos separatistas en las repúblicas que integraban la URSS. En
el período del veinticuatro de agosto al dieciséis de diciembre se declararon
independientes casi todas las repúblicas de la Unión Soviética.
Una de las primeras consecuencias de semejante golpe de timón de la
historia del siglo XX fue la caída del orden mundial bipolar constituido por
los Estados del Pacto de Varsovia, por una parte, y por los de la OTAN, por la
otra.
Sin duda, la galopante historia de los años anteriores al derrumbe de la
URSS y, sobre todo, la caída del muro de Berlín, no pudieron sino causar
grietas en los muros del Kremlin. Sin embargo, los partidarios del primer
presidente ruso, Borís Yeltsin, y los reformadores actuales mantienen que los
acuerdos de Belovézhskaya Puscha fueron una inevitable formalidad dada la
imposibilidad de conservar el Estado.
Otros siguen argumentando que el 76 % de los habitantes de las nueve
repúblicas soviéticas donde se celebró el referendo se pronunciaron a favor de
mantener la URSS y fueron los líderes del país los que no pudieron o no
quisieron salvaguardarlo.
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Referencias
Título del artículo: La disolución
de la Unión Soviética – Rusopedia: Todo sobre Rusia
Título de la página: Rusopedia.rt.com
URL: https://rusopedia.rt.com/historia/issue_293.html